El primer ministro australiano, Scott Morrison, anunció el martes un acuerdo de intención con la farmacéutica sueco-británica AstraZeneca para que la vacuna que desarrolla la Universidad de Oxford sea producida en el país y se distribuya gratuitamente a los pobladores.
La polémica surgió después de que dijo que vacunarse "sería obligatorio”, excepto para las personas que tengan alguna condición médica que se lo impida.